Menos lobos, Kim Jong un



Si algo tiene de bueno la era de la información en la que estamos inmersos es la inmediatez con la que recibimos noticias, aunque sean una consecuencia de una férrea competencia online y en no pocas ocasiones se inflen sus contenidos y se tiñan sus líneas de un rojo alarmista. En 2011 comprobé como el Egipto de Mubarak no era ni de lejos como lo pintaban los medios de comunicación. Ahora, en 2013, vuelvo a echar mano de los verdaderos corresponsales: la población local.
A raíz de los presentes acontecimientos en la península coreano, contacté con mis antiguos compañeros de la University of Seoul. La muestra está compuesta por estudiantes, dos asalariados y otros dos realizando actualmente el servicio militar.
La reacción es siempre la misma: bullshit. A excepción de una mayor presencia policial en las calles de Seúl, los ánimos están igual de calmados que cuando el incidente de la isla de Yeonpyeong en diciembre del 2010. ¡Y eso que aquel entonces hubo víctimas mortales! Los surcoreanos llevan aguantando amenazas y tentativas de este tipo desde que concluyera la guerra de Corea. Varias generaciones de kimchi han sido fermentadas desde 1953. Sí es cierto que el fin del único acuerdo económico entre ambas Coreas, el complejo industrial de Kaesong, levanta no pocas dudas al ser un 'movimiento' nunca antes visto por parte del gobierno norcoreano. Algunos estudiantes internacionales que pasan este cuatrimestre en Seúl han decidido poner tierra de por 'miedo' al ritmo de PSY, como algunos de la propia University of Seoul.
Pero en general las demostraciones de virilidad y poderío de Kim Jong un sólo provocan exasperación, pena por el pueblo norcoreano y más de un "hijo de la grandísima", dicho de una manera más local.


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