La experiencia asiática: líderes y vasallos



Hay un sentimiento que respiro entre los estudiantes internacionales, un gusto agridulce de esta aventura asiática. Para muchos ha sido nuestra primera incursión en el mundo asiático. Un mundo sin duda desconocido. Vuelvo a España con una maleta que pesa más y que he llenado de experiencias, un nuevo idioma, un nuevo trato y una nueva manera de ver la vida y el trabajo. Sin embargo la integración no ha sido tan fácil como la que pude experimentar en mi erasmus en Suiza.

El pueblo asiático me ha enseñado que existe una parte del mundo donde los objetivos se rigen por valores–donde la religión y costumbres ascentrales tienen mucho más peso que en la cultura occidental– y que la expresión "no es el destino sino el viaje" no tiene validez en todas partes. La presión social educa y hace crecer a los coreanos en una sola dirección: el éxito basado en el miedo al fracaso. Desde los horribles años anteriores a los exámenes de acceso a la universidad hasta la propia época universitaria, la juventud en Corea camina infeliz y llena de suspiros sobre la vida en Europa y América. Sólo dos tipos de vidas son posibles: disfrutar de la juventud y conseguir un trabajo de por vida y medianamente remunerado del que será fácil salir o sacrificar los años mozos para conseguir un puesto realmente elevado. Esta limitación de las oportunidades, que no ocurre ni mucho menos en Europa, es la que crea esa percepción que tenemos de los coreanos y asiáticos en general de gente trabajadora y dedicada.
Ahora bien, este método les hace más vulnerables ante posibles cambios–tales como relacionarse con extranjeros o plantearse el salir del país para estudiar, trabajar o simplemente viajar– y, lo que más preocupante me resulta, no les convierte en líderes sino en meros trabajadores que obedecen órdenes. Mi estancia en Asia me ha abierto los ojos sobre el futuro de este continente, o al menos de la línea China-Corea del Sur-Taiwan-Japón: no están preparados para liderar la economía mundial. Sus metodologías, tecnologías y abundantes recursos están acompañados de un dócil carácter.
Mis comentarios se basan en el nivel que más conozco en este momento como es el universitario, pero estamos hablando del capital humano que dirigirá la economía asiática en el futuro.

En la otra cara de la moneda, los coreanos nos enseñan lo importante que es marcarse un objetivo y el papel fundamental de la disciplina para permanecer competitivos. El respeto–especialmente hacia los mayores–bien podría ser importado de Asia. Permite que existan siempre relaciones que se alejen de conflictos y falsos juicios de valor. Vuelvo a casa con la fuerza de haber librado mil batallas en otro mundo y la sin duda valiosa experiencia que reporta el haber entrado en contacto con la cultura asiática. Me decían que por qué no me iba a EEUU, Canadá o Australia. Porque no quería más de lo mismo sabiendo que hay rincones que pueden enriquecer mucho más y gentes que habremos de frecuentar en un futuro muy próximo.

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