Es difícil vivir en Corea del Sur sin estar permanentemente en alerta de lo que sucede en la vecina del norte o de lo que pueda suceder. Y no sólo eso, la curiosidad sobre el hermético reino de Kim Jong-un aumenta día tras día. Es realmente chocante para mí el conocer a surcoreanos que tienen o tuvieron familiares en Corea del Norte y de escucharles hablar de ellos. Lo que parecía existir sólo en periódicos, telediarios, películas o libros de Historia del colegio, cobra vida. "Mi abuelo se quedó al otro lado del Puente de no retorno tras la guerra" o "No sabemos nada de la familia de mi madre, les damos por muertos" son algunos de los comentarios que más se repiten.
Igual de impactante resulta saber que muchos norcoreanos cruzan las fronteras para ir a trabajar a empresas surcoreanas afincadas en la frontera y viceversa. Por supuesto, bajo estricta vigilancia.
Aquí muchos rezan por una rápida e indolora reunificación coreana, pues ante todo se trata de una misma raza y un mismo pueblo que comparte cientos de años de Historia. Una Historia que se tornó en trágica con la encarnizada lucha entre el Comunismo y el Capitalismo y la posterior Guerra Fría.
Me gustaría compartir un interesante documental de un tipo que, a ver qué os parece, entró en Corea del Norte con una cámara oculta y básicamente puso en juego algo más que sus pelotas para mostrar al mundo imágenes y situaciones que a veces son difíciles de digerir (vídeo en inglés, aunque puedes poner subtítulos en español pulsando <CC>):